EDITORIAL “POLITICA CON IDEAS” – 10/12/13
Murió Nelson Mandela. Escuchamos recién en la voz de
Soledad el poema que lo acompañó los 27 años de su encarcelamiento. A quienes
aspiramos a un humanismo planetario, la noticia nos entristeció. Su referencia
como luchador por un mundo mejor fue insoslayable. Artífice del fin del
apartheid, la contracara del humanismo, sufrió como casi nadie durante años
la oscuridad del presidio y terminó su vida seguramente satisfecho por sus
logros.
El apartheid fue la forma institucionalizada
de la discriminación racial en Sudáfrica, pero esta discriminación, y de otros tipos, aún se viven en varias
áreas del mundo y también en nuestro país.
En los Estados Unidos, con las traumáticas
experiencias del Klux Klux Klan y la lucha de Martin Luther King, entre otros, continúa
manifestándose el racismo no sólo contra la raza negra sino también
segregando a la comunidad latinoamérica que habita el país del norte.
En Brasil, el ex presidente Lula
manifestó recientemente, en un acalorado discurso, la decisión de fortificar
desde el gobierno la lucha contra el racismo que afecta a la raza negra en el
país vecino. Quienes por ejemplo conocen la ciudad de Salvador de Bahía,
pueden ver la discriminación racial en la vida cotidiana, pese a que en la
ciudad del norte brasileño el 80% de la población es de raza afro.
En nuestro país, el apartheid
también tiene el nombre de la discriminación, discriminación que ha ido in crescendo en los últimos tiempos como un
flagelo social. Discriminación racial, discriminación por motivos religiosos,
discriminación por status social, discriminación por nacionalidad, discriminación
por género, discriminación a las minorías de diversidad sexual, son parte de
nuestra cotidianeidad, con el agravante que hoy las vemos reflejada en los
medios de comunicación como un hecho normal, que genera sentido común en
quienes ven al otro como un distinto.
Personalmente, y tal vez muchos de
Uds. lo hayan notado, y lo digo con tristeza y asombro, incluso la
discriminación alcanza a miembros de una misma comunidad entre sí. Miembros
de la comunidad gay que discriminan a otros miembros de su misma comunidad por
su status social o a otras minorías sexuales como si no tuvieran todas los
mismos derechos.
Situaciones de discriminación que
dan lugar a escenas tragicómicas, como el provocador serial Jorge Lanata,
en los premios Tato Bores, tildando de gordita de manera despectiva a una
artista, mientras él no pareciera tener un cuerpo de atleta. La discriminación hacia
el semejante en un espectáculo público frente a todos los medios de
comunicación, y además recibiendo un premio.
En este flagelo que padecemos el
gobierno ha hecho ingentes esfuerzos en sus diez años de gestión. Desde las leyes
antidiscriminatorias y de expansión de derechos civiles, pasando por el gran
trabajo del Instituto Nacional contra la Discriminación
(INADI) y difundiendo en los medios de comunicación sucesivas campañas
antidiscriminatorias. Es hora que la ciudadanía haga su parte, tome su
compromiso, sin hacernos los tontos. En la militancia social contra todo tipo
de discriminación y en la conciencia que debe tomar todo ciudadano de sus
actitudes cotidianas.
La discriminación genera violencia
en el otro. Es hora de actitudes civilizatorias. No la civilización contra la
barbarie de Sarmiento, profundamente discriminatoria, que generó tantas muertes
de argentinos, sino la civilización entendida como un humanismo que debe
distinguirnos de otros seres vivos que no poseen los dotes de la razón.
Mi nombre es Mario Della Rocca, el programa es
“Política con ideas”.
EDITORIAL “POLITICA CON IDEAS” – 24/12/13
En los recientes acontecimientos
sociales en el país, que se llevaron varias vidas de argentinos, nadie podrá
argumentar que hay hambre y necesidad extrema para llegarse a vivir lo que
se vivió. Hay profundos enclaves en algunas fuerzas que responden al Estado, y
en una pequeña parte de la sociedad, en las que anidan autoritarismo y
conflictividad permanente, sin permitirnos a muchos argentinos vivir en un
país normal.
En los últimos días los promotores de esta enfermedad
argentina fueron las fuerzas policiales, especialmente de algunas provincias
paradigmáticas. Hay muchas de ellas, como dijimos en un programa anterior, que
no ajustan su economía interna, aburguesados en una dependencia constante del
Poder Ejecutivo Nacional, que más allá de algún aspecto puntual y coyuntural,
mantiene sus cuentas en orden y realiza obra pública además en todo el país.
Provincias en las cuales los poderes judiciales siguen siendo enclaves reaccionarios
y autoritarios, que no se han adecuado a los tiempos de la democracia.
Y ahora, extorsionando a la
democracia, salen a relucir las relaciones carnales entre las policías y
poderes políticos provinciales que pactan con quienes promueven, como sabemos
todos los argentinos, vinculaciones con el narcotráfico, con la trata de
personas, con el juego ilegal, y ahora con los saqueos ocurridos recientemente,
como se verificó en varios lugares encontrándose objetos robados en casas de
miembros de las fuerzas que debieran garantizar el orden.
El periodista Horacio Verbitsky
realizó una excelente investigación que muestra la connivencia en el delito de
las policías provinciales de Santa Fé, Córdoba y Tucumán con el poder político
provincial. Y en esto no hay sorpresas. Hace poco tiempo se reveló la promoción
del narcotráfico en la provincia de Santa Fé por parte de la cúpula policial y
de quien ocupaba justamente el cargo jerárquico que debía combatir el
narcotráfico. Una verdadera locura.
Verbitsky nos relata sobre su investigación en Córdoba: “Cada persona
con la que hablé en esas primeras horas de luz contaba que los saqueos se
iniciaron en el barrio donde viven los policías, cerca del acuartelamiento y
con métodos de precisión que descartan cualquier espontaneidad. También
señalaban la extrema brutalidad de la respuesta posterior. Luego del duro
enfrentamiento, De la Sota
y la policía se pusieron de acuerdo en señalar como blanco a los barrios
populares”.
Al mismo tiempo, sin escrúpulos, con la mirada aguda puesta en las
permanentes acciones destituyentes contra el gobierno nacional, se reunía la
golpista Mesa patronal Agropecuaria, con puntuales representantes de la Unión Industrial Argentina, la Asociación de Bancos
Argentinos y lo más reaccionario de la oposición política, con el ánimo y las
propuestas de continuar su tarea de desfinanciar al Estado y dejarlo a merced
de un golpe económico, similar al que le propinaron a Raúl Alfonsín en 1989. La
presencia allí de Pino Solanas, ya no nos causa asombro, de un travestido
político que traiciona desde hace tiempo las causas populares.
El gobierno nacional tiene
herramientas muy acotadas y su posibilidad de accionar frente a las autonomías
provinciales es muy limitado. Esperemos que pueda sobreponerse a los
gobernadores e imponer medidas como que las fuerzas policiales estén al mando
de una autoridad civil. Ese tipo de medidas y otras similares necesitamos los
argentinos, la reforma profunda de las policías provinciales no puede esperar, si
no queremos que se conviertan en el nuevo partido militar que extorsiona y
condiciona la democracia que anhelamos la mayoría de los argentinos.
Mi nombre es Mario Della Rocca, el
programa es “Política con ideas”.
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